El aprendiz se apropia de sus procesos de aprendizaje formal, no formal y especialmente informal a través de la apropiación de tecnologías, canales de información y comunicación y otros recursos digitales, estos son procesos profundamente sociales.
Las distintas experiencias de aprendizaje en red, o de aprendizaje mediado por las tecnologías, no han hecho sino confirmar las distintas corrientes epistemológicas alineadas con el aprendizaje cooperativo, entendido éste, en palabras de Cristóbal Suárez, como la “participación dinámica y recíproca de los que, estando en situaciones semejantes de expectativa sobre el aprendizaje, comparten y resuelven tareas a partir de la negociación en torno a una finalidad educativa planeada en conjunto”.
El aprendizaje es producto del encuentro de pares, un encuentro que genera un compromiso para alcanzar metas compartidas, un proceso integrador, no excluyente, de las oportunidades que se pueden generar durante el mismo.
Y desde esta perspectiva social del aprendizaje es la parte relativa a las redes de personas, y las herramientas que nos permiten trabajar y aprender con otros, las que adquieren una mayor relevancia en el más o menos complejo entramado de artefactos que conforman nuestro Entorno Personal de Aprendizaje.
REDES PERSONALES DE APRENDIZAJE
Así pues, desde el concepto de Entorno Personal de Aprendizaje llegamos a otro concepto, el de Red Personal de Aprendizaje, si bien no se trata de un concepto nacido del ámbito tecnológico o del corpus teórico del conectivismo, una propuesta teórica sobre el aprendizaje relativamente reciente. En 1998 un experto en formación corporativa publicaba un artículo en el que destacaba la importancia, dentro del proceso de aprendizaje, de construir una red personal de aprendizaje, esto es, “un grupo de personas que puedan orientarte, señalarte oportunidades de aprendizaje, resolver tus dudas y, en definitiva, compartir contigo su conocimiento y experiencia”.
Actualmente la novedad frente a la idea de Red de Aprendizaje de aquel entonces es la posibilidad, casi ilimitada, de conectar con profesionales de cualquier lugar del mundo, conocer sus experiencias y compartir nuestros proyectos e ideas con ellos. Según Stephen Downes El conocimiento es un estado de la red, el aprendizaje es la creación de una red” [cita original].
En este sentido podemos considerar los servicios de redes sociales como un recurso clave para construir nuestra Red Personal de Aprendizaje. Sin embargo ser un docente conectado no es simplemente tener perfil en algunas redes sociales y, si acaso, interactuar ocasionalmente. El docente conectado debe aspirar a algo más que seguir a otros y consumir recursos, debe posicionarse en su red como un nodo fundamental para conectar docentes entre sí y docentes con contenidos relevantes.
Ser parte de la Red de Aprendizaje de otra persona supone no sólo compartir nuestro conocimiento a través de distintos canales y mediante diferentes contenidos digitales, sino también desarrollar una serie de competencias actitudinales en el uso de las Redes que den como resultado un cierto nivel de compromiso por parte de otros usuarios. Por eso hemos llamado a esta unidad ‘De docentes conectados a docentes en-red(ados)’.
El concepto de comunidad virtual se sitúa en el foco de nuestro interés, no sólo en nuestra dimensión de aprendices permanentes sino también desde nuestro rol de docentes, y por tanto de facilitadores de experiencias de aprendizaje para nuestro alumnado, donde el espacio para lo digital y para el aprendizaje cooperativo en red debe ser cada vez mayor.
Pero, ¿qué es exactamente una Comunidad Virtual?
Se le atribuye a Howard Rheingold la definición de Comunidad Virtual en su libro del mismo título (The Virtual Community), un término que acuñó tras su experiencia personal en The Well, una de las más antiguas e influyente comunidades virtuales aún en activo.
Según Rheingold, una Comunidad Virtual es una “agregación social que emerge de la red cuando un número suficiente de personas entablan conversaciones públicas durante un tiempo lo suficientemente largo, y con suficiente sentimiento humano, para formar redes de relaciones personales en el ciberespacio”.
Sin duda esta definición nos da una pista sobre esas actitudes y usos que debemos adoptar para dejar de ser simplemente docentes conectados y pasar a ser docentes en-red(ados), y tiene que ver con la conversación, una conversación que suene humana, como dice el Manifiesto Cluetrain.
Las distintas experiencias de aprendizaje en red, o de aprendizaje mediado por las tecnologías, no han hecho sino confirmar las distintas corrientes epistemológicas alineadas con el aprendizaje cooperativo, entendido éste, en palabras de Cristóbal Suárez, como la “participación dinámica y recíproca de los que, estando en situaciones semejantes de expectativa sobre el aprendizaje, comparten y resuelven tareas a partir de la negociación en torno a una finalidad educativa planeada en conjunto”.
El aprendizaje es producto del encuentro de pares, un encuentro que genera un compromiso para alcanzar metas compartidas, un proceso integrador, no excluyente, de las oportunidades que se pueden generar durante el mismo.
Y desde esta perspectiva social del aprendizaje es la parte relativa a las redes de personas, y las herramientas que nos permiten trabajar y aprender con otros, las que adquieren una mayor relevancia en el más o menos complejo entramado de artefactos que conforman nuestro Entorno Personal de Aprendizaje.
REDES PERSONALES DE APRENDIZAJE
Así pues, desde el concepto de Entorno Personal de Aprendizaje llegamos a otro concepto, el de Red Personal de Aprendizaje, si bien no se trata de un concepto nacido del ámbito tecnológico o del corpus teórico del conectivismo, una propuesta teórica sobre el aprendizaje relativamente reciente. En 1998 un experto en formación corporativa publicaba un artículo en el que destacaba la importancia, dentro del proceso de aprendizaje, de construir una red personal de aprendizaje, esto es, “un grupo de personas que puedan orientarte, señalarte oportunidades de aprendizaje, resolver tus dudas y, en definitiva, compartir contigo su conocimiento y experiencia”.
Actualmente la novedad frente a la idea de Red de Aprendizaje de aquel entonces es la posibilidad, casi ilimitada, de conectar con profesionales de cualquier lugar del mundo, conocer sus experiencias y compartir nuestros proyectos e ideas con ellos. Según Stephen Downes El conocimiento es un estado de la red, el aprendizaje es la creación de una red” [cita original].
En este sentido podemos considerar los servicios de redes sociales como un recurso clave para construir nuestra Red Personal de Aprendizaje. Sin embargo ser un docente conectado no es simplemente tener perfil en algunas redes sociales y, si acaso, interactuar ocasionalmente. El docente conectado debe aspirar a algo más que seguir a otros y consumir recursos, debe posicionarse en su red como un nodo fundamental para conectar docentes entre sí y docentes con contenidos relevantes.
Ser parte de la Red de Aprendizaje de otra persona supone no sólo compartir nuestro conocimiento a través de distintos canales y mediante diferentes contenidos digitales, sino también desarrollar una serie de competencias actitudinales en el uso de las Redes que den como resultado un cierto nivel de compromiso por parte de otros usuarios. Por eso hemos llamado a esta unidad ‘De docentes conectados a docentes en-red(ados)’.
El concepto de comunidad virtual se sitúa en el foco de nuestro interés, no sólo en nuestra dimensión de aprendices permanentes sino también desde nuestro rol de docentes, y por tanto de facilitadores de experiencias de aprendizaje para nuestro alumnado, donde el espacio para lo digital y para el aprendizaje cooperativo en red debe ser cada vez mayor.
Pero, ¿qué es exactamente una Comunidad Virtual?
Se le atribuye a Howard Rheingold la definición de Comunidad Virtual en su libro del mismo título (The Virtual Community), un término que acuñó tras su experiencia personal en The Well, una de las más antiguas e influyente comunidades virtuales aún en activo.
Según Rheingold, una Comunidad Virtual es una “agregación social que emerge de la red cuando un número suficiente de personas entablan conversaciones públicas durante un tiempo lo suficientemente largo, y con suficiente sentimiento humano, para formar redes de relaciones personales en el ciberespacio”.
Sin duda esta definición nos da una pista sobre esas actitudes y usos que debemos adoptar para dejar de ser simplemente docentes conectados y pasar a ser docentes en-red(ados), y tiene que ver con la conversación, una conversación que suene humana, como dice el Manifiesto Cluetrain.
Fuente del texto: https://mooc.educalab.es/course/entornos-personales-de-aprendizaje-ple-para-el-des/classroom/#unit3/kq11
A continuación, presento mi análisis de la cuenta en Twitter del Portal de educ.ar en @educarportal
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